lunes, 29 de octubre de 2012

Karmelo C. Iribarren (III)

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"No te vayas, no me dejes
así", te hubiese dicho
entonces. Pero no dije nada,
sin embargo. Me quedé quieto,
allí, bajo la lluvia, como un
perfecto imbécil, viendo
cómo te ibas para siempre.
Es lo único que hice.
Luego, es verdad, bebí
durante muchos meses mucho,
demasiado. Hasta que una
mañana de resaca infernal
te vomité en la alfombra.
Y esa fue al final toda
la historia. Ya ves, nada:
talego y medio de tintorería.

1 comentario:

  1. lo dijo grunge 29 octubre 2012 | 11:48 AM
    Y así vamos, vomitando.
    Gracias.

    lo dijo bruxa 29 octubre 2012 | 12:35 PM
    Ojala todo se resolviera en la tintorería...
    Un beso

    lo dijo abuela normanda 29 octubre 2012 | 1:57 PM
    Con mucho gusto yo hubiera limpiado la alfombra de la vomitada aunque hubiera llegado al techo,
    Triste, pero una bonita poesía
    besitos
    me alegra saber de tí.

    lo dijo Malascarnes 29 octubre 2012 | 5:17 PM
    Incluye............
    talego y medio.... interesante: no sé si alcanzaría para una caja de champú de huevo, pero en Malasaña compras uno y medio y te da para hacerte un chaleco de "rayas" de Maravillas.
    Un beso en el paseo de las flores.

    lo dijo violette 29 octubre 2012 | 10:49 PM
    no hay garantía de que el resultado hubiera sido distinto de haber dicho algo en el instante de la retirada. que siempre nos quede entonces, un vaso de whisky para deshacernos de la podredumbre del estómago (o dos, en happy hour).
    Beso y otro beso,

    lo dijo cornwall 30 octubre 2012 | 2:58 PM
    Se puede vomitar el corazón? Es agradable pensar que se puede esquivar el sufrimiento. Me gustó.

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