.
"No te vayas, no me dejes
así", te hubiese dicho
entonces. Pero no dije nada,
sin embargo. Me quedé quieto,
allí, bajo la lluvia, como un
perfecto imbécil, viendo
cómo te ibas para siempre.
Es lo único que hice.
Luego, es verdad, bebí
durante muchos meses mucho,
demasiado. Hasta que una
mañana de resaca infernal
te vomité en la alfombra.
Y esa fue al final toda
la historia. Ya ves, nada:
talego y medio de tintorería.
lunes, 29 de octubre de 2012
domingo, 7 de octubre de 2012
Mary Ann Evans
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La crueldad,
como cualquier otro vicio,
no requiere ningún motivo
para ser practicada:
apenas oportunidad.
La crueldad,
como cualquier otro vicio,
no requiere ningún motivo
para ser practicada:
apenas oportunidad.
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